He descubierto que un presupuesto bien detallado es clave para inspirar confianza a mi cliente. El cliente no imagina la cantidad de tiempo invisible que conllevan estos oficios, tiempo que dedicamos a múltiples tareas muy necesarias pero que, o no las ve, o no las valora.
La condición para hacer un buen presupuesto, no pasa sólo por medir bien. Tres condiciones me parecen muy importantes: la visita acompañada que hago con el cliente, el diagnóstico conjunto que hacemos, y las expectativas o deseos del cliente. La medición viene después.
La visita acompañada con el cliente
Siempre que el cliente lo permite, en la visita acompañada me gusta tomar fotos del espacio e incluso hacer grabación de algunos puntos críticos. Esto es importante porque, en una obra de cierto calado, no siempre retenemos todo lo visto. Voy escuchando y vamos comentando.
El diagnóstico conjunto que hacemos
El diagnóstico es la puesta en común del estado del arte de lo que hay o lo que tiene el cliente. En la reforma, lo útil y lo bello interaccionan. Tenemos que coincidir sobre el punto de partida, como condición previa para alinearnos sobre el punto de llegada. El presupuesto es el camino que une ambos.
Las expectativas o deseos del cliente
En esta parte me encuentro con clientes que son capaces de imaginar y proyectar el Todo, con independencia de si tienen el presupuesto para realizar su sueño. Y con clientes que reflexionan y van cambiando su expectativa a medida que las Partes se ejecutan. Este segundo perfil es más arriesgado, porque no siempre tiene claro qué viene antes y qué viene después.
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